Un diálogo entre ‘El mundo y sus demonios’ de Carl Sagan y mi trayectoria en astronomía y educación
En mi carrera de casi dos décadas como astrónomo y profesor de física, la obra de Carl Sagan “El mundo y sus demonios” ha sido un faro de inspiración y reflexión. Este libro no solo celebra la ciencia como herramienta para desentrañar los misterios del universo, sino que también advierte sobre los peligros del oscurantismo y la superstición en una sociedad cada vez más tecnológica.
Mi travesía, desde la enseñanza en aulas hasta mi rol actual analizando datos para guiar decisiones educativas, refleja un compromiso continuo con estos ideales. La transición a encargado de plataformas en un colegio me ha permitido aplicar el método científico en la gestión educativa, enfatizando la importancia de decisiones basadas en evidencia, al igual que Sagan abogaba por la aplicación de la ciencia en la toma de decisiones informadas.
Observando la enseñanza de la ciencia en Chile, he notado con desaliento cómo a menudo se reduce a fórmulas y memorización, despojando a la ciencia de la pasión y curiosidad que Sagan tan elocuentemente promovía. La ciencia, especialmente la física y la astronomía, no se trata solo de resolver ecuaciones, sino de fomentar una profunda curiosidad sobre el mundo y nuestro lugar en el cosmos.
“La ciencia no solo es compatible con la espiritualidad; es una fuente profunda de espiritualidad”
Carl Sagan, El Mundo y sus Demonios.
Para los educadores, mi viaje resalta la importancia de la honestidad y la pasión en la enseñanza. La educación debe ser un acto de construcción social, inspirando a los estudiantes a ser curiosos y escépticos, características esenciales para el pensamiento científico. La lectura, especialmente obras como “El mundo y sus demonios”, es crucial para desarrollar una visión amplia y crítica del mundo.
A los estudiantes les animo a abrazar los desafíos y a buscar comunidades de apoyo. La ciencia es un camino lleno de preguntas difíciles, pero también de descubrimientos asombrosos. En este viaje, nadie debería caminar solo. La colaboración y el intercambio de ideas son fundamentales para el avance científico.
Imagino un futuro donde la educación en ciencias se enriquezca con estas lecciones, promoviendo no solo conocimientos técnicos, sino también un espíritu inquisitivo y crítico. Este futuro fomentaría una ciudadanía global consciente de los retos contemporáneos, desde el cambio climático hasta los dilemas éticos de la tecnología, abordándolos con un enfoque científico y humanista.
Este artículo es un intento de tejer mi experiencia personal con la visión de Carl Sagan, reafirmando la ciencia como una vela en la oscuridad. Es un llamado a educadores y estudiantes a abrazar la curiosidad y el escepticismo, no solo para comprender el universo, sino para mejorar nuestro mundo.
Hasta el próximo cronopunto del Principia 🥚.
DV